La madurez emocional se adquiere a lo largo del tiempo a través de la
interacción con las personas y a través de la participación con grupos de
personas en diversos proyectos. Excepto en casos inusuales, no es posible
volverse emocionalmente maduro desde el aislamiento. Una combinación
de meditación, estudio, desarrollo de habilidades y servicio para el
beneficio de los demás ayudan en cada paso del proceso de maduración.
Todos los elementos de nuestra vida, los encuentros, actividades y
experiencias que tenemos (tanto agradables como desagradables) ofrecen
oportunidades para desarrollar la madurez emocional. Si hemos integrado
la fortaleza interna en nuestro ser, nos ponemos a la altura de los retos,
trascendemos nuestras limitaciones y damos pasos hacia delante en el
viaje de nuestra vida. Si no tenemos fortaleza interior esos retos pueden
debilitarnos o forzarnos a reaccionar con acciones erróneas o
desesperadas, con deshonestidad e incluso con agresividad. La madurez
emocional se revela a través de las muchas victorias que conducen al
sentimiento de libertad interior.
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