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lunes, 2 de septiembre de 2013

Reflexionamos Sobre La Madurez



¿Quién no se ha peleado alguna vez por algo sin importancia? ¿Quién no ha pasado de la alegría al enojo en tan solo un instante? ¿Quién no se ha sentido herido por algún comentario “burlón” aunque no haya sido intencionado? Si bien es típico, estas actitudes demuestran que aún somos inmaduros emocionalmente. La madurez emocional lleva implícita la capacidad de desarrollarse y de expresarse cada vez mejor, de igual manera que la posibilidad de mantener un equilibrio relativamente constante como producto de la integración de la personalidad como un todo, lo que permitirá al individuo proyectarse en todos los campos y practicar sus relaciones armónicamente con sus semejantes.
La madurez puede valorarse tomando en cuenta ciertos criterios que nos permitan darnos cuenta del grado hasta el cual podamos hábilmente ponernos en contacto con nuestros semejantes.

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